1 de febrero de 2024

¿Qué vamos a comer mañana?


 


Las huelgas y movimientos del campesinado europeo me tienen consumido el poco intelecto que me queda. Mira si al final de los tiempos la liberación de la humanidad vendrá protagonizada o agonizada por la clase que al entender de tantas generaciones de sociólogos y filósofos ha sido definida como la más retardataria, conservadora e incluso reaccionaria de los tiempos capitalistas.


A bordo de sus máquinas agrícolas, de sus tanques tractores, cruzan carreteras y autopistas como si fuesen sembradoras de asfalto. Los lemas de sus pancartas son lo suficientemente llamativos como para preocupar a los políticos al mando. No piden sino que les dejen vivir de su trabajo. Que menos. Desde el fondo de los tiempos ese sería el llamado de los oprimidos de la tierra. El problema es que parece que la forma de conseguir ese sagrado objetivo consiste en dejar de cumplir los protocolos sanitarios y ecológicos que rigen su sector, en cerrar los mercados a productos exclusivamente locales y tener acceso a cupos de agua crecientes a pesar de la escasez y las sequías. 


No se que piensan ustedes pero creo que los ciudadanos afectados algo tendremos que decir. Esperemos que no sea pedir la prohibición de manifestaciones y el retorno al régimen de trabajo feudal. Vivimos en regímenes de democracia deliberativa y de participación abierta y ni siquiera nos tendría que preocupar el desarrollo de acciones callejeras como la ocupación de las vías públicas y el corte de carreteras. No creo que el señor Feijóo vaya a definirles como terroristas. 


Anular o retrasar la aplicación de normativas sanitarias en materia de fertilizantes, permitir la explotación irracional de acuíferos o el sobreempleo de recursos hídricos y, para mí particularmente, por mucho que se camufle bajo el paquete de la soberanía alimentaria o el consumo cercano, proceder al cierre de fronteras comerciales me parecerían medidas populistas y hasta criminales. Por ahí no debemos pasar ni por asomo. 


No soy experto en la materia pero creo que tiene que haber otros tratamientos del asunto de orden diferente. Probablemente en los sistemas de distribución, en reforma de redes comerciales y en materia de financiación de ayudas. Y puede que más importante todavía sea concebir el sector agrario como un agente social a favor de la fijación de poblaciones en zonas rurales y de defensa de los entornos naturales, del equilibrio ecológico y de los recursos físicos de la naturaleza. Esa es una misión que merece todo tipo de ayuda y de respeto ciudadano. Creo que los sistemas actuales de financiación de la actividad agraria contribuyen poco a esos objetivos. Incluso pienso que en muchas ocasiones conspiran contra ellos. 


El populismo agrario que busca la rebaja de los costes laborales como alternativa no debe ser consentido en ningún caso. Atraer personal a la actividad en entornos rurales, mucho más en un futuro en el que la tecnología revolucionará muchas de las formas de trabajo, debe ser una misión que tenga ventajas fiscales y de mejora de las condiciones de vida rural. Las escenas de inmigrantes semi esclavizados deben ser erradicadas. 


Como toda reforma tiene su coste y es aceptable que una parte, la que sea razonable por muy elevada que resulte, deba ser asumida socialmente, el camino no puede ser otro que el debate social abierto. Me temo que las autoridades políticas, mucho más en el tiempo electoral en el que entramos, prefieran resolver el pleito a toda prisa mediante mecanismos de nuevos subsidios que lo único que consigan sea reproducir el sistema actual de compensaciones al sector.


Por supuesto que la pregunta inicial ¿y mañana que comemos? tiene mucho que ver. Al final todo empieza y termina con los usos y costumbres alimenticios de nuestra población. Comemos muy mal, con dietas grasientas y azucaradas que nos van a llevar a sufrir epidemias y enfermedades difíciles de enfrentar y que a su vez permitirán grandes beneficios a las industrias farmacéuticas con costes sociales y económicos imposibles de asumir.


Como ven tenemos un buen panorama y me temo que nos va a faltar sentido común e inteligencia para enfrentarlo. 


Que por lo menos Dios nos pille bien alimentados.



29 de diciembre de 2023

NAVIDAD AÑOS 50. CALLE FRANCISCO SILVELA. MADRID

 


Cuanto más viejo mejor recuerdo o reinvento los tiempos de mi infancia. Me pasa mucho en estas fiestas navideñas. Parece qué fue ayer cuando me viene a la memoria el recuerdo de las cenas de Nochebuena en casa de mis padres en Francisco Silvela. 


Parece que estoy viendo a los vecinos. La señora Saturnina y sus hijos. Viuda de un comunista represaliado después de la guerra. Eran de la Villa de Don Fadrique, legendaria localidad toledana famosa por su roja población. Luisito, Enrique, sus hijos. 


El señor Segundo, taxista y su mujer cuyo nombre no recuerdo, puede que fuese Consuelo, que era muy cariñosa. No tenían hijos. Procedentes de Sanabria. Creo que en aquel momento y hasta muchos años después un porcentaje de los taxistas de Madrid eran naturales de aquella comarca que se hizo famosa también por una de las grandes tragedias naturales y ecológicas de aquellos tiempos. Ribadelago. Una presa mal construida reventó y la riada cayó sobre el pueblo sin apenas aviso. Más de cien muertos. Año 59.


De aquella comarca eran también los siguientes vecinos. El señor Ángel. En este caso me acuerdo incluso de su apellido, Crespo, como el alcalde de Zalamea. Era empleado del Metro de Madrid. Creo que vigilante nocturno. Su mujer era la señora Pilar. Una mujer grande famosa por sus quejas y lamentos. Parecía que todas las enfermedades del mundo la acosaban. Dos hijos, Ángel y Santitos. Buenos mozos. El señor Ángel era, al contrario de su señora, el alma de las fiestas. Sabía todas las coplas y villancicos. Con su pandereta visitaba las casas de sus vecinos para animar la noche. Entonces la nochebuena era una celebración colectiva. Los pasillos de aquella gran casa eran un constante ir y venir de tráficos humanos arriba y abajo.


Enfrente de casa vivía el farolero. Qué oficios tenía entonces el personal. No recuerdo su nombre. Debía dormir de día y por ello sus pasos eran poco notorios para el resto de la vecindad. Salía a trabajar de noche. Con su larga pértiga encendía los faroles y los apagaba de madrugada. De aquella familia me llega solo el recuerdo de uno de sus hijos y de su nombre. José Luis. Guitarrista clásico. Tengo la idea de que era un concertista de fama internacional. Vaya usted a saber. La memoria tiende a magnificar los recuerdos. Y el caso es que no me acuerdo de los otros miembros de la familia del farolero.


Del piso de arriba recuerdo a la señora Rita y su hija la Laly. Y el hijo de Laly, Joaquín. La señora Rita tenía una imagen imponente. Como de matriarca del sur. Creo que era de Linares. Siempre de negro con su toquilla. Creo que había sido muy amiga de mi abuela Manuela, a quien yo no conocí. Se contaban de ella muchas aventuras de supervivencia durante las guerras. 


Los Pastrana, del tercero. El padre era policía armada como se los reconocía entonces. Rafael, uno de los dos hijos era de mi edad y compañero de colegio. Muy estudioso.


Los Serna del quinto. Josemari, el hijo pequeño, todavía sigue viviendo en el edificio. Es el último de Filipinas. El padre era un señor muy serio. Sus hijos mayores, Carlos y Manuel, eran de su primera mujer. Josemari ya era hijo de otra pareja. Una mujer de bandera. Guapísima. No recuerdo su nombre. Josemari hizo la mili en el Sáhara y fue muy amigo mío. Era un año mayor que yo. Un personaje. 


Les contaba que aquella noche todas las casas estaban abiertas para la circulación vecinal. Todo era de todos. El coñac y el anís circulaban como si el mundo fuese a acabar aquella noche. La nochevieja era parecida solo que con sidra añadida como telón de fondo alcohólico. Algunas familias iban a la misa del gallo. No sé si ahora sigue siendo igual. La cena era lamisma de año en año. Lombarda. Besugo. Y cordero para los muy tragones.

 Y las familias. Los hermanos, los tíos, los primos. En aquellas casas tan pequeñas se concentraban verdaderas multitudes.


Reinaba un espíritu colectivo. Eso es lo que echo de menos. 

24 de agosto de 2023

LA EMBESTIDURA DE FEIJÓO

 



Una dirigente católica se manifestaba en Twitter recientemente a favor de la "EMBESTIDURA" de su héroe Feijóo. El cachondeo de sus lectores fue glorioso.


Pero puede que no esté la buena señora muy lejos del acierto político ya que no del lingüístico.


Feijóo va camino del encierro festivo en los sanfermines del Congreso. Creo que los cerebros en la sombra que le están ayudando en la tarea no le quieren bien o les falta un hervor.


Tiene más de un mes de embestir contra paredes de piedra y de ladrillo con riesgos para su frágil cabeza de chorlito. En política rige el sentido de la realidad por encima de cualquier otro. Las ilusiones suelen ser traicioneras y en el mejor de los casos constituyen una pérdida de tiempo. Todo acredita que va camino de un no rotundo a su empeño en formar gobierno. Los únicos partidos de su arco ideológico que podrían sumarse son el PNV y Junts. No hay nadie con la cabeza en su sitio que crean que es posible conseguir sus votos o sus abstenciones. El primero, el PNV, por haberlo afirmado por activa y pasiva a lo largo de toda la campaña y por razones evidentes de política vasca, no suena razonable a meses de las elecciones vascas dar un giro de media esfera a su comportamiento político. Y de Junts que decir. Una vez que conquistan una posición política de aparente privilegio no van a utilizarla de manera gratuita. No sabemos qué oferta pueden recibir del PP que les satisfaga. Cualquier intento del PP de mostrarse cercanos puede suponer, al contrario, un riesgo de perder anclajes con su fiel público que ha hecho de Puigdemont la bestia parda que contamina todos sus sueños. Vía cerrada.


Pero bueno, algunos me dirán que existen otras vías para lograr abstenciones que ahora nos parecen imposibles. Tránsfugas o traidores de las filas del PSOE o de SUMAR se llama la operación. El Tamayazo Dos. Creo que se equivocan los que calculan ese riesgo. Pero no por la dificultad de encontrar tales mirlos blancos en las filas de la izquierda. Claro que es posible encontrarlos. El ser humano es corruptible. Incluso aportaré más tarde otra teoría no tan descabellada como podría parecer.


Las cuatro abstenciones que el PP puede estar buscando en las filas de la izquierda son una carga ética de tal envergadura que el gobierno nacido de esa circunstancia estaría abrasado desde el primer momento. Y el rey Felipe que habría propiciado esa alternativa indeseable señalado con el dedo de la ignominia. 


Pero hay otra razón a invocar mucho más poderosa. Para qué iba a querer asumir el PP un gobierno en ese estado de precariedad. Un gobierno incapaz de obtener mayorías mínimamente útiles para sacar adelante, no ya su programa de máximos de "derogación" del acervo legislativo obtenido por el gobierno Sánchez, ni siquiera capaz de conformar presupuestos o medidas económicas o políticas racionales que obtengan el consenso de su numerosa oposición sin el riesgo de perder a su mejor aliado, el partido de Abascal.


Llegados a este punto del análisis sigo sin ver las razones que están animando a Feijóo a embarcarse en la producción de este guión absurdo. Dicen que hasta los tontos y los locos tienen sus razones. Razones de autoimagen dicen algunos. Feijóo odia que le comparen con el Rajoy de la espantada ante el rey cuando se negó a asumir el reto de formar gobierno en una tesitura parecida. O peor aún que le comparen con Inés Arrimadas que salió corriendo, textual, después de ganar las elecciones catalanas. Arrimadas aún sigue corriendo por cierto. No creo yo que Feijóo se deje llevar por esas pasiones tan infantiles. Pero de ser así menudo liderazgo el del PP. Casi mejor Casado con toda su licenciatura en Harvard Aravaca. Incluso la señora Ayuso parece más espabilada. 


Por muchas vueltas que le doy al asunto no logro adivinar las razones profundas de la embestida del gallego. Lo único que se me ocurre es la necesidad de hacer correr el plazo límite de unas nuevas elecciones para no dar tiempo a Sánchez en construir su mayoría parlamentaria para la investidura. Pero  en este caso Feijóo también se equivoca profundamente. Los posibles socios incómodos para Sánchez, particularmente los seguidores de Puigdemont, suelen necesitar un petardo en sus partes para mover el culo. Sólo con un punto final se mueven. Encuentran siempre placer provocando a sus interlocutores con la impavidez de quién no se juega nada. Técnicas negociadoras lo llaman. Traduciendo: con puntos finales se aceleran las soluciones finales. 


Y ya para finalizar la traca que ilumina la pista de juego tal como les prometí. Ante la disyuntiva de unas nuevas elecciones, provocadas por la negativa inflexible de los Puigdemont de turno, cabe que algunos dentro del parlamento prefieran una solución creativa. Unas abstenciones tácticas que le otorguen al compañero Feijóo el gobierno que tanto ansía. Antes que perder todo entregar la prenda rota y desencajada de un gobierno en minoría e imprevisto. Feijóo se caga por los pantalones rotos. 


Esto promete ser divertido. En estas circunstancias Sánchez supera a Feijóo como jugador de póker y capacidad táctica como ha sabido demostrar en tantas ocasiones. Siempre tiene una jugada sorpresa. 


Feijóo va a ser embestido por la realidad pero todavía no lo sabe. No se lo digan. Que quede entre nosotros.



25 de julio de 2023

EN CARRETERAS POLÍTICAS DE MALA CALIDAD Y DESATENDIDAS LO MEJOR ES CUMPLIR CON EL CÓDIGO DE LA CIRCULACIÓN

Es admirable la resiliencia del sistema político español nacido de la transición. Presenta signos de deterioro y de obsolescencia desde hace largos años. Deterioro por ejemplo en la judicatura en la que tenemos instalada una clase judicial capaz de mantener sus privilegios y sus posturas políticas al margen de la propia Constitución española tal como indica la incapacidad o, mejor dicho, la oposición activa a renovar el consejo del poder judicial. Tenemos unas fuerzas de seguridad policiales que se permiten el lujo de mandar espías a casa y meterlos hasta en tu cama sencillamente porque piensan que eres independentista, algo absolutamente prohibido por la Constitución. Tenemos unas clases propietarias que consideran que mantener modelos empresariales de salarios bajos es el mejor modelo económico posible para nuestro país. Eso por no hablar del deterioro de la sanidad pública o del desastre de la educación, no es razonable que casi el 50% de las escuelas del país sean de régimen privado y concertado. O de la incapacidad de modificar las políticas territoriales. Con esto no vengo a adjudicar culpas a este o aquel, solo describo.


Es tan resiliente la democracia española que incluso ahora se plantea la posibilidad de que un partido con poco más del 30% de los votos con su aliado menor en compañía, puedan obtener el poder en España de forma gratuita obligando a que los demás partidos se plieguen a sus políticas sin ni siquiera plantear la posibilidad de un pacto de mayorías negociando acuerdos políticos transversales. No, quieren la sumisión para a continuación cargarse leyes y avances logrados en gobiernos anteriores. Y esa locura está siendo amparada por grandes medios de comunicación y asumida por enormes masas de ciudadanos.


Es un lugar común entre una gran parte del pueblo español la propuesta o el deseo de que los catalanes y los vascos partidarios de la independencia no deben participar de la gobernabilidad en España porque sus agendas y sus proyectos están contra la unidad del estado español. Circulan ideas de cambio constitucional que así lo estipulan y eso causa menos alarma que la celebración posible de referéndums sobre la  autodeterminación nacional catalana o vasca.


Viendo el panorama postelectoral podríamos hablar de tres proyectos políticos diferentes para el país. El proyecto político de las derechas desorejadas implica prácticamente gobernar sin un 10 o un 15% de la población española. Otro proyecto de resistencia a lo anterior por parte de esas minorías nacionales junto con un sector de la izquierda española que se plantean la posibilidad de un recambio constitucional que dé lugar al derecho a la autodeterminación en el marco de un estado republicano.  Y un tercer proyecto que es el que representa el partido Socialista y la formación de Sumar que lo que pretende es mantenerse dentro del ámbito de la democracia española actual ante la imposibilidad de su reforma constitucional para no tener que pagar un precio a la derecha y poder desarrollar políticas de alivio social y económico a las clases más desfavorecidas como mejor proyecto político. Debo decir que ese tercer proyecto,a pesar de su precariedad, tiene la pinta de ser el único practicable y por ende el proyecto ganador a corto y medio plazo. De hecho es el proyecto en el que llevamos instalados desde la moción de censura que ganó Pedro Sánchez al gobierno Rajoy. 


Dicen muchas voces que por eso en España hacen falta formaciones de centro que fuercen el equilibrio entre las distintas opciones o que necesitaríamos un nuevo proyecto de gobernación transversal pactado entre las formaciones mayoritarias del llamado bloque bipartidista. Puede que sea esta idea la más loca de todas a la vista del clima polarizado en el que vivimos. Sólo una crisis de proporciones parecidas a la que dio lugar la desaparición del caudillo Franco pudiera favorecerla.


La inercia de la política va a permitir que continúe y se prorrogue el máximo tiempo posible lo que podemos llamar la ventaja diferencial constitucional del 78: un sistema estable pero que no permite cambios constitucionales o  estructurales que den salida a nuevas situaciones. La apuesta  es entonces entender la política como el arte de resolver problemas de uno en uno. Lo que pasa es que en medio de una crisis climática, de una crisis económica, de una crisis global en definitiva, veo muy difícil que ese sistema sirva para otra cosa que para perder el tiempo en un términos estratégicos.Pero es en lo que estamos y parece mejor sumarse de forma voluntaria al proyecto más natural y positivo de cambios que es uno de naturaleza laboralista o sindicalista que consiste en defender a los más débiles, a los más necesitados mientras que la crisis se resuelve y la dinámica política da lugar a una nueva situación que resuelva los problemas territoriales, los problemas de encaje político y los problemas de las minorías con perspectiva de derechos humanos. Que podamos sobrevivir en definitiva, dicho de otra forma: convivir. Así que por lo tanto creo que me apunto a la posibilidad de un gobierno de coalición gestionado por los socialistas. Es cuestión de sentido común.


30 de enero de 2017

A las puertas de un proceso de cambio en la política internacional

PARIS MAYO 1968    
NUEVA YORK ENERO 2017

En la década de 1960 el mundo parecía haber entrado en una fase de calma política. La Guerra Fría se había acomodado, después de la crisis de los misiles de Cuba, a una especie de equilibrio sólido. Las economías marchaban bien. El tiempo de las guerras coloniales tocaba a su fin pues se estaba abriendo un proceso de entrega controlada por parte de las metrópolis a grupos de poder locales en muchas partes de África y Asia. El mundo parecía caminar por una senda de paz, aunque, a mediados de la década, la guerra de Vietnam se cruza por medio generando una sombra sobre la aparente calma chicha en la que transcurren las cosas.

Los sectores revolucionarios encabezados por Cuba y algunos grupos guerrilleros de otras partes del mundo se han instalado en una dinámica militar ruralista, muy separada de las luchas sindicales del occidente. Estas fuerzas guerrilleras parecen despreciar a los movimientos urbanos obreros y estudiantiles de Europa y EEUU que dudan sobre el camino a seguir. Los discursos leninistas y el pensamiento marxista tradicional parecen haber entrado en crisis y la Internacional Comunista, dividida ya por estos años entre las influencias china y soviética parecen haber entrado en una dinámica escapista.

La izquierda política y social occidental se encuentra desanimada y en busca de nuevos referentes intelectuales y culturales. La lucha anticolonial y las referencias armadas no parecen concitar el entusiasmo de los jóvenes estudiantes ni de la clase obrera más allá de la influencia sobre cierta intelectualidad cosmopolita.

Y sin embargo algo se estaba moviendo. La escalada en la guerra de Vietnam, la insatisfacción de ciertos sectores juveniles universitarios y la creciente influencia de determinados movimientos culturales como el hipismo y el rock urbano están ya creando las condiciones para una década prodigiosa de luchas por la paz y por una nueva sociedad que en el futuro se conocerá como el mayo del 68. Esos movimientos de nuevo tipo que ya no están organizados por ninguna potencia política internacional generarán una corriente global de solidaridad juvenil a lo largo de muchos países occidentales.

Dirán ustedes que a qué viene todo este rollo. Pues se lo diré. Creo que estamos a punto de entrar en una fase de movilizaciones internacionales de nuevo tipo. Inspiradas por un sentimiento de paz en el mundo, de lucha contra la desigualdad, de emergencia de nuevas formas de vida más respetuosa del equilibrio ecológico.

Por primera vez estamos viendo una quiebra en el interior de las fuerzas neoliberales. Muchos empresarios y pensadores del campo neoliberal se están dando cuenta de la imposibilidad de seguir manteniendo el modelo que hasta ahora tanto les ha favorecido. Esos sectores parece que perciben la aparición de una quiebra histórica. Lo que ellos llaman populismo no es otra cosa que la aparición de movimientos espontáneos en las grandes ciudades occidentales que no se resignan a seguir en manos de grupos de poder monopolistas. Esos movimientos hoy no tienen un respaldo masivo ni tampoco un esqueleto ideológico. A veces parecen controlados por partidos o minorías empapadas de pensamiento fascista, pero en cualquier caso expresan una insatisfacción creciente. Las respuestas atemorizadas, los reflejos de búsqueda de seguridades vía nacionalismos puede que sean una respuesta equivocada.

De alguna manera Trump va a representar el ensayo general de la ocupación del poder por parte de esos movimientos defensivos, de esos modelos de respuesta a la crisis de la globalización mediante el retorno a fórmulas proteccionistas y nacionalistas. Si quieren ser eficaces van a tener que enfrentar no solo a los grupos y las clases socialmente más avanzados y progresistas, también a una parte considerable del poder neoliberal más cosmopolita y moderno que se siente humillado por esos movimientos a los que desprecian.

No sé cómo va a terminar todo. Mejor dicho, no sé cómo va a empezar todo a expresarse. Pero tengo la intuición de que algo está a punto de pasar. La incapacidad de la socialdemocracia, pero también la de los movimientos radicales de izquierda para encontrar respuestas es un síntoma puede que positivo. Parece que las recetas que hasta ahora funcionaban no tienen respuesta. Cuando lo viejo no funciona las mentes se abren.

Las escenas que estamos viendo en EEUU de toma de los aeropuertos, de marchas del movimiento feminista y como se están extendiendo por el mundo me dan mucha esperanza. Esa oposición naciente de sectores empresariales de la nueva tecnología a las ideas y las propuestas de Trump constituyen una novedad sorprendente. Incluso fuerzas más tradicionales del capitalismo neoliberal están viendo los riesgos de esas políticas.

Llámenme tonto o fantasioso, pero estoy viendo como a través de una neblina aparecen nuevos movimientos que nos sorprenderán. Tal como pasó con la izquierda política y social de los años 60 puede que pasemos de las dudas, del sentimiento de incapacidad al entusiasmo.

12 de julio de 2016

EL DEBATE SOBRE LA FIESTA DE LOS TOROS

Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Imagen pública cedida por www.goodfreephotos.com



Me pregunto sobre si es viable una discusión, ya que no fácil, exenta de irracionalidad, sobre la fiesta, la ceremonia o la práctica del toreo. Aparentemente parece que no. Las pasiones, la sacralidad, los principios invocados por los diferentes discutidores indican que no. Y no es nuevo. Llevamos siglos discutiendo con pasión del tema. Muchos creen que el debate es fruto de las ideologías animalistas de los últimos tiempos. Y no es así. El toreo ha sido combatido y defendido con la misma energía por diferentes protagonistas de nuestra vida civil, política, artística e intelectual a lo largo de siglos.

Muchos invocan los ritos mediterráneos antiguos como es sustrato antropológico del toreo. Pero otros muchos tienden a desmitificar ese origen y lo sitúan en el siglo XIX. Unos ven en la fiesta el alma mejor de los pueblos hispanos, de su amor por el arte y el valor de sus gentes y otros la herencia de la brutalidad y el machismo de la sociedad patriarcal.

El caso es que parece que la fiesta tal como la conocemos hoy-y no solo me refiero al espectáculo codificado de las corridas, también a los encierros, capeas y otras prácticas populares-ha sufrido un enorme deterioro en las últimas décadas. Fruto seguramente de los cambios educativos, del cambio demográfico rural y urbano y del surgimiento de una cultura que otorga más valor a elementos como la defensa de los derechos de los animales, etc.

Es como si hubiera dos Españas ante el fenómeno de los toros. Los que tenemos más edad procedemos de la España torera y llevamos en nuestra memoria el mito de la torería. En las calles de Madrid durante los años cincuenta los niños seguíamos jugando al toro y era habitual que desde muy jóvenes nuestros padres o tíos nos llevasen a las plazas o que con ellos acudiésemos a los encierros en sus pueblos de procedencia. Toda la familia de mi padre eran grandes simpatizantes de la fiesta de los toros. Recuerdo como en mi casa entraban algunas revistas especializadas y como era habitual seguir por la radio la información taurina. Hoy los niños de las grandes ciudades no juegan al toro ni por internet. No saben lo que es eso. El fenómeno de los maletillas ha quedado en la historia. De alguna manera la España taurista o taurófila o torera está de capa y capote caídos. Y la España, especialmente la urbana, mayoritariamente aborrece o ignora de una forma u otra unos festejos que han quedado como congelados en la memoria de nuestros mayores.

Pienso, y desde hace ya mucho tiempo, que la llamada fiesta de los toros quedará extinguida o reducida a expresiones minoritarias. Y que las formas de tauromaquia más agresivas como el famoso toro de la Vega serán prohibidas en un tiempo histórico razonablemente corto. El mismo pronóstico defiendo sobre la desaparición de cualquier forma de apoyo público y oficial a las fiestas taurinas. Dicho esto, me parece que los movimientos contra la fiesta de los toros pueden acelerar algunos procesos y, paradójicamente, retrasar otros. Sirvan de ejemplo las expresiones odiosas que algunos han lanzado burlándose de la muerte del torero de Teruel de estos días. Esas expresiones generan un victimismo en los defensores de la fiesta que, sintiéndose agredidos, pueden generar simpatías entre una población menos comprometida.

Dejemos que sea el tiempo quien encuentre una solución a estos malestares y procuremos debatir con normalidad y racionalidad siempre que sea posible.

3 de julio de 2016

Tiempo de silencio y de intrigas





Me eduqué en una escuela política que lo fiaba todo a una metodología muy precisa de discusión y a una orientación a la práctica. Nada de tertulias ni charlas de café. El análisis concreto de la realidad concreta en palabras de Lenin. De lo general a lo particular. Enmarcando siempre el análisis en perspectivas globales. Necesitábamos reconstruir el mundo en nuestras mentes y ordenarlo antes de proceder a explicarnos cualquier menudencia y de esa forma tener una guía de acción para lo inmediato. Luego la vida, el trabajo, las propias relaciones sociales te ayudan a minimizar y relativizar esas ceremonias del pensamiento. Tiendes, además, con los años, a crear mecanismos de reflexión propios y a dibujar escenarios y explorar perspectivas más creativas o menos dogmáticas. Hablo de mi caso pues no siempre es así. Hay personas que gustan del orden discursivo cerrado y se quedan enganchados en fórmulas y hasta en liturgias de pensamiento y de reflexión.

Viene todo esto a cuento de entender la situación política actual. Los mejores cerebros de este país, los gabinetes políticos, los medios de comunicación, los poderes económicos, los académicos de oficio tratan de exprimir al máximo los resultados electorales y encontrar la brújula que les permita anticiparse a los futuros acontecimientos. A mi forma de entender las cosas, los resultados de junio son simplemente una corrección de los de diciembre que no alteran el hecho fundamental de vivir una situación de impasse, de incapacidad del sistema para regenerarse y de la inexistencia de un movimiento orientado hacia un nuevo orden político. En definitiva, estamos en un escenario de crisis largamente incubada en la incapacidad de los partidos turnistas para regenerarse y la corta potencia de los nuevos agentes políticos para convencer a una parte sustancial del pueblo de cambiar de carril.

Miedo. Si, por supuesto. El brexit, el ruido de fondo de una nueva crisis económica, etc. Pero más que miedo, yo creo que ya estamos curados de espanto, incertidumbre. Dudas sobre el mejor camino, sobre el modelo que España necesita para situarse en un orden económico y político internacional cambiante y complejo. Los votantes no adivinan por donde viene el futuro y ante la incertidumbre o se manifiestan insuficientemente a favor de lo conocido o restringen su apoyo a lo nuevo. Pero sin lo contundencia que permita adivinar a que bloque se le va a consentir tomar la iniciativa. Si a un bloque continuista que exigirá mecanismos de acuerdo entre los partidos del turno constitucional o a unas nuevas fuerzas de cambio insuficientemente preparadas según el criterio de muchos. Seguramente la gente confía en que los partidos sabrán encontrar la fórmula o por lo menos tomarse un tiempo antes de volver a someter al cuerpo electoral a una nueva tortura en forma de terceras elecciones.

Pues en esas estamos. El PP fortalecido en su moral por haberse librado del peligro mortal que hubiera supuesto un acuerdo transversal entre PSOE, Podemos y Ciudadanos. El PSOE aliviado por no haber sido descabalgado de la primogenitura de la oposición. Podemos aprendiendo la lección de la imposibilidad de asaltar los cielos con un palito y un cordel y Ciudadanos suspirando por haber mantenido su espacio, bien que minimizado, a pesar de la campaña del miedo que les ha convertido en víctimas secundarias. Ahora toca tomar decisiones y calcular los pasos a dar. El PP explotando el miedo de todos ellos a una nueva convocatoria electoral. El PSOE tratando de encontrar un nuevo liderazgo y una aguja de marear que les señale el futuro. Podemos iniciando su larga marcha y reforzando su liderazgo y sus mecanismos de influencia social y Ciudadanos cuidando de no resbalarse y eligiendo ser cola de león o cabeza de ratón.

Yo no tengo una bola de cristal. Pero me da la sensación de que el PP formará un gobierno monocolor en precario gracias a un acuerdo de investidura con C,s y a la abstención de última hora y vergonzante de un PSOE en busca de tiempo para acomodar su estrategia. Ese gobierno con un programa mínimamente reformista tendrá dificultades desde el inicio para legislar o aprobar presupuestos, pero permitirá al PP renovar sus equipos y encontrar un nuevo liderazgo para las próximas elecciones. Podemos podrá aclarar su proyecto seguramente renovando su programa de cambio constituyente.

Pero será la coyuntura económica y el devenir de la crisis europea lo que determine, en definitiva, el porvenir. Me temo que si Alemania no se pone las pilas esto no lo arregla ni Dios.
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